miércoles, 18 de agosto de 2010

LA ESPIRITUALIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN EN SAN JUAN EUDES



“Entrégate a Jesús para entrar a la inmensidad de su Corazón”

Para san Juan Eudes la espiritualidad del Sagrado Corazón es la espiritualidad del amor. El amor es el programa de vida cristiana. Este amor es visto como una hoguera. El mismo Cristo dijo que vino a traer fuego al mundo y como quisiera que ya estuviera ardiendo. (Lc. 12,49) El Corazón de Cristo es el fuego del amor con que Dios abraza al mundo.

En efecto, Cristo no es sino el revelado de un amor muy grande y ardiente por su Padre y su Espíritu, por María y por su Iglesia y por todos y cada uno, cada una de los hombres y mujeres: “tanto amo Dios al mundo que le entregó a su Hijo” (Jn. 3,16), o como dice Pablo: “me amó y se entregó por mí” (Gál.2,20), “nos amó y se entregó por nosotros”(Ef.5,2), “amó a la Iglesia y se entregó por ella”(Ef.5,25).

Este amor fuego que quema, que abraza, que purifica, que renueva, que da vida, lo expresa san Juan Eudes con el lenguaje del corazón. Se trata pues de una teología afectiva, de una espiritualidad del amor, de una celebración del Ágape y de una práctica de la caridad y de la misericordia.

Para san Juan Eudes todo se resume en el amor. La Encarnación del Hijo de Dio es una obra de amor. La redención es puro amor. Este Dios que todo lo hace con amor y por amor, pide de nosotras amor. Así lo comprendió y lo vivió María de manera admirable.

La devoción eudista al Corazón consiste:

1. En descubrir el gran amor que se nos ha revelado y con el que se nos ha amado;

2. En honrar este amor y comprometernos a vivir este mismo amor, de modo que con Jesús y María no tengamos sino un solo Corazón, esto es, un mismo amor.

Sólo así podremos convertirnos en mujeres y hombres llenos de caridad, misericordiosas, misericordiosos. Para san Juan Eudes, el Corazón de Jesús y María es ante todo un Corazón Misericordioso, que se nos ha dado para que lleguemos a ser misericordiosos como Dios es misericordioso

“Démosle ahora entera e irrevocablemente

nuestros corazones a Aquel que nos ha rescatado

y que nos ha dado tantas veces su

propio Corazón”

(SJE., OC. VIII, 266-227 y 439-440)

(Extractado de la introducción al libro: “Corazón de Jesús y María, Hoguera de amor”, edición 2002, Méjico)

ORACIÓN

Padre, Aquí me tienes,

con las manos vacías, recordándome por el ejemplo de San Juan Eudes,

que Tú eres rico en misericordia.

Dame un corazón nuevo, dame tu propio corazón para que yo pueda cambiar mis actitudes.

Si Tú me das tu Corazón podré entender que cada

persona es preciosa y capaz de cosas admirables.

A quien me golpea, me hiere, yo le abriré mi mano de donde florecerá el perdón;

a los que me rodean les ofreceré lo mejor que hay en mí, sin esperar nada a cambio;

frente a las debilidades y caídas de mis hermanos

y hermanas, no me comportaré como juez y sacaré de mis ojos el tronco

que me impide ver los tesoros escondidos que hay en ellos y ellas.

Danos Señor un corazón nuevo,

derrama en nosotras y nosotros un espíritu nuevo. AMEN

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